Fotografía por Bernat, J.
Damos respuesta a estas incógnitas a lo largo de éste blog, abordando el tema desde tres diferentes especialidades: Nutrición y Ciencias de los alimentos, y las Ingenierías en Alimentos y en Biotecnología, llegando a conclusiones muy clarificadoras sobre el tema, sin embargo el efecto de ellos en el organismo humano es algo que no se concluye, pues debe seguir estudiándose.
Nutrición:
La opinión general sobre el consumo de transgénicos como alimento diario es mala. Indagaciones realizadas en éste curso nos dieron la oportunidad de comprobar que en realidad no es así, la modificación de nuestros alimentos les otorga una serie de beneficios que no obtenemos en cultivos normales, aportándoles incluso una mayor cantidad de nutrientes y vitaminas de gran peso molecular que pueden beneficiar a nuestro organismo, además de brindarles un mejor aspecto y color.
Alimentos:
Actualmente, México se nutre de transgénicos y el principal proveedor es Estados Unidos. Se descubrió que la venta de semillas transgénicas esta "monopolizada" por cuatro empresas: Monsanto, Aventis y Syngenta; son empresas que han desarrollado métodos que no se consideran demasiado éticos en su afán por tener el monopolio. Técnicas como el desarrollo y venta de semillas terminator (plantas que no se pueden reproducir) obligan a los agricultores a comprar un nuevo puñado de semillas para cada temporada.
Biotecnología:
Es de principal interés conocer el verdadero impacto medioambiental que se desarrolla a partir de los nuevos cultivos transgénicos. Así como los científicos pueden modificar el aspecto visual de nuestros nuevos alimentos, se han dado a la tarea de conferirles cualidades con un sinfín de beneficios industriales; uno de ellos es la inserción en su adn de "herbicida" orgánico, literalmente éstos cultivos espantan a las plagas por sí mismos, derivando en la no utilización de químicos industriales en nuestros terrenos de cultivo. Sin embargo, aún esta en debate el hecho de que el consumo de ellos por el humano puede desencadenar en la inmunidad de nuestro organismo a antibióticos básicos como la penicilina. Su venta y consumo no están penados, pero esta en la mesa de debate desde hace ya más de 10 años.